⁶ Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos; ⁷ porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino un espíritu de valentía, de amor y de dominio propio. ⁸ Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de que yo esté en la cárcel por él. Al contrario, sufre conmigo por el evangelio, con la fuerza de Dios.
     ¹³ Lleva contigo un compendio de la saludable enseñanza que me oíste acerca de la fe y el amor cristiano; ¹⁴ guarda el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

     La segunda lectura de este domingo forma parte del saludo de la 2ª carta a Timoteo en el que el autor recomienda a éste que sea coherente y fiel con el don que recibió en su momento: ese don es el Espíritu. Gracias a él, Timoteo debe superar todo tipo de cobardía para ser capaz de dar un testimonio de amor y de dominio de sí mismo con toda valentía, a pesar de que se encuentra en medio de un mundo hostil, que ha llevado a Pablo a la cárcel.
     Junto al testimonio y la solidaridad con quienes sufren persecución, Timoteo debe anunciar un mensaje que se resume en dos actitudes: fe en Jesús y en su mensaje, y amor al estilo y según la medida del mismo Jesús; él es responsable de conservar con fidelidad ese mensaje, para lo que cuenta también con la fuerza del Espíritu.