5     ¹ Quien cree que Jesús es el Mesías ha nacido de Dios, y quien ama al que da el ser ama también a todo el que ha nacido de él.
     ² Ésta es la señal de que amamos a los hijos de Dios, que amamos a Dios cumpliendo sus mandamientos, porque amar a Dios significa cumplir sus mandamientos.
     Sus mandamientos no son una carga, ⁴ porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ⁵ Pues, ¿quién puede vencer al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
     ⁶ Éste es el que pasó a través de agua y sangre, Jesús Mesías. No se sumergió en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre, y es el Espíritu quien está dando testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

      La fe supone la incorporación a la nueva humanidad nacida en la resurrección de Jesús, prueba y manifestación del amor de Dios del que el creyente participa; este amor se expresa en el amor a los hermanos, en el cumplimiento del mandamiento nuevo: el que cree ha nacido de Dios y lo reconoce como Padre y, por tanto, reconoce y ama a los demás como hermanos, con un amor de la misma calidad que el amor de Jesús. s.
     Amar de esta manera no es una carga porque lo que hace difícil el amor es el orden injusto de este mundo; y los hijos de Dios han roto con los valores de este mundo y, en Jesús, han demostrado que este mundo no es invencible.
     La victoria de Jesús es consecuencia de su fidelidad al compromiso asumido en su bautismo: agua y sangre aluden a la adopción y al cumplimiento del compromiso de Jesús con el Padre y con la humanidad; el Espíritu, la energía que le impulsó a dar cumplimiento a su compromiso es ahora testimonio vivo en la vida de la comunidad.