5 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. 8 Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. 9 Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: 10 porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 11 Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. | | Petición y confianza. El fiel solicita protección a Dios quien constituye el bien por excelencia. Alabanza y confianza: el salmista bendice a Dios con quien muestra tener una gran intimidad de la que nace la seguridad de siempre su vida estará a salvo. El autor, quizá un levita, afirma que su riqueza, -el lote que a él le habría correspondido en el reparto de la tierra si hubiera pertenecido a otra tribu- es el Señor, siempre presente junto al salmista, lo que es para él causa de seguridad, alegría, serenidad y esperanza que parece trascender la misma muerte. El v. 10 -porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción- lo cita Pedro en el discurso que pronuncia después de recibir el Espíritu el día de Pentecostés (Hch 2,27.30-32), refiriéndolo a la resurrección de Jesús en la que alcanza su plenitud de sentido. |