4º Domingo de Cuaresma - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 33[34],2-7

 

Texto

2 Bendigo al Señor en todo momento,
    su alabanza está siempre en mi boca;
3 mi alma se gloría en el Señor:
    que los humildes lo escuchen y se alegren;
4 proclamad conmigo la grandeza del Señor,
    ensalcemos juntos su nombre.
5 Yo consulté al Señor y me respondió,
    me libró de todas mis ansias;
6 contempladlo y quedaréis radiantes,
    vuestro rostro no se avergonzará.
7 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
    y lo salva de sus angustias.

Notas

    Salmo alfabético, de alabanza y, especialmente en la segunda parte, de estilo sapiencial.
    Comienza con una invitación a los humildes para que, siguiendo su ejemplo, entonen un himno de alabanza en el que se proclame la grandeza del Señor. Esa misma proclamación, en tanto que reconoce el carácter salvador de la acción de Dios, será causa de gozo y alegría para quienes entonan el himno.
    La experiencia del salmista ofrece el fundamento para la motivación de la alabanza: Dios ha respondido a su oración liberándolo de todos sus miedos; por eso, los que, como él, busquen a Dios,  obtendrán una respuesta semejante a la que él recibió.
    Los versos seleccionados para el salmo responsorial de este domingo terminan con una afirmación categórica: Dios escucha  siempre al afligido que se dirige a él y su respuesta es siempre liberadora.

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