¹² Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en medio del pueblo. Todos los fieles se reunían unánimes en el pórtico de Salomón; ¹³ ninguno de los demás se atrevía a juntárseles, aunque el pueblo se hacía lenguas de ellos.
    ¹⁴ Más y más creyentes se iban adhiriendo al Señor, multitud de hombres y mujeres, ¹⁵ hasta el punto de sacar los enfermos a la calle y ponerlos en catres y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
    ¹⁶ Muchísima gente de los pueblos de alrededor acudía a Jerusalén llevando enfermos y atormentados por espíritus inmundos, y todos ellos se curaban.

    Los apóstoles, cabeza visible de la comunidad cristiana, con su actividad son testigos en medio del pueblo de Israel de la presencia de Jesús entre ellos.
    Se aprecia en este fragmento que la comunidad cristiana se va independizando y diferenciando de Israel: aunque acuden al templo, no participan de su liturgia, sino que se quedan en el pórtico de Salomón. Allí reunidos muestran su unión interna, como comunidad; el miedo de los demás a unírseles descubre una situación de conflicto y de peligro de persecución (Hch 5,17-42)
    La comunidad sigue creciendo. Y la vida y la libertad sobreabundan y se comunican a quienes se acercan a ella o a sus representantes más destacados. Entre ellos va adquiriendo cada vez más importancia la figura de Pedro.