5 1 Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti sacaré el que ha de ser jefe de Israel: su origen es antiguo, de tiempo inmemorial. 2 Pues los entrega sólo hasta que la madre dé a luz y el resto de los hermanos vuelva a los israelitas. 3 En pie pastoreará con el poder del Señor, en nombre de la majestad del Señor, su Dios; y habitarán tranquilos, cuando su grandeza se extienda hasta los confines de la tierra. 4 Y esta será nuestra paz. |
Hay en este breve oráculo, de difícil interpretación, una mirada al pasado y, al mismo tiempo al futuro. La situación en la que se formula debe ser la de una seria crisis en Jerusalén (Miq 5,9-14), frente a la que se opone Belén, cuna de David, el más importante de los reyes de Israel. De esta pequeña ciudad saldrá un jefe, cuya misión se describe mediante la imagen del pastor: él, como David lo hizo en su tiempo, conducirá a Israel, que ha sido infiel al Señor, a la antigua situación de armonía en sus relaciones con el Dios que los liberó de la esclavitud (Miq 6,1-5), estableciendo un orden basado en la justicia, la solidaridad y el respeto a la voluntad de Dios (Miq 6,8). La vuelta del resto fiel de Israel (5,2) y el establecimiento de un orden social justo (esta es la función del pastor, véase, por ejemplo Ez 34) coherente con la presencia de Dios, despeja el horizonte hacia un futuro de plenitud y de paz. Este oráculo lo refiere el evangelio de Mateo (2,6) a Jesús, insertándolo en la dinastía davídica y dando a entender que es en él en quien se realiza plenamente lo anunciado en esta profecía. |