9 El Señor Dios llamó al hombre: - ¿Dónde estás? 10 Él contestó: - Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí. 11 El Señor Dios le replicó: - Y ¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿A que has comido del árbol prohibido? 12 El hombre respondió: - La mujer que me diste por compañera me alargó el fruto y comí. 13 El Señor Dios dijo a la mujer: - ¿Qué has hecho? Ella respondió: - La serpiente me engañó y comí. 14 El Señor Dios dijo a la serpiente: - Por haber hecho eso, maldita tú entre todos los animales domésticos y todas las fieras salvajes; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; 15 pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón. 20 El hombre llamó a su mujer “Vitalidad”, por ser la madre de todos los que viven. |
El capítulo 3º del libro del Génesis describe la ruptura de la armonía en la relación del hombre con Dios, el relato del pecado original. Los versículos que se leen en la liturgia de la festividad de la Inmaculada explican una de las consecuencias de esa ruptura. No se leerán los versículos 16-19 en los que se indican otras dos consecuencias del pecado: por un lado, el sufrimiento en la trasmisión de la vida y el sometimiento de la mujer al varón, en términos actuales, el machismo. Por otro lado, el trabajo, que en principio se presenta como el encargo que Dios hace al hombre para que cuide la creación -el mundo es un jardín fantástico-, se convierte, como consecuencia del pecado, en una actividad dura y difícil(Con sudor de tu frente comerás el pan... v.19). Los profetas concretaron de qué pecado se trata: la explotación del trabajador. El fragmento seleccionado se centra en el interrogatorio de los culpables, en la maldición de la serpiente (se omiten los que contienen el castigo que Dios impone a la primera pareja humana) y en la enemistad que, según el escritor sagrado, se establece entre la mujer y la serpiente, entre la descendencia de la mujer y la de la serpiente. El autor del relato es optimista, tiene fe en la humanidad: la serpiente, el mal, ha ganado la primera batalla; pero su victoria será pasajera porque, al final, vencerá el bien: la humanidad, el linaje de la mujer, acabará aplastando la cabeza de la serpiente, representación metafórica del mal; la vida (el autor del Génesis considera que Eva, el nombre de la mujer, procede de la misma raíz hebrea de “vida”) acabará venciendo a la muerte que entra en el mundo como consecuencia de la ruptura de la armonía entre la humanidad y su creador. En esta hostilidad pone el acento la liturgia de esta festividad, entendiendo que el linaje de la mujer que realiza y da cumplimiento a esta profecía es Jesús, nacido de mujer, nacido de María. |