10 El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. 11 Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. |
Con estos versos de Isaías se cierra el cuarto y último de los cantos del siervo de Yahvéh. Quién fue históricamente este personaje, a quién se refiere el profeta, ha sido una cuestión muy discutida. Las opiniones son de todo tipo: Ciro, un rey del pasado o que se espera en el futuro, el pueblo de Israel, el mismo profeta, un segundo Moisés... Su misión se describe como un servicio a favor de la justicia y la liberación, tarea que le causará no pocas dificultades y persecuciones, aunque, para que pueda realizarla, Dios estará siempre junto a él. El cuarto canto (52,13-53,12) es el más célebre de todos. En él la persecución llega al colmo: torturas, desprecios, sufrimientos, muerte injusta... Pero lo más importante de este cuarto canto es su dimensión teológica que algunos consideran como una de las cumbres del A.T. al presentar el carácter redentor del sufrimiento, en el que muchos ven prefigurada la pasión y muerte de Jesús: «Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.» No obstante, por encima de todos esos sufrimientos brilla la promesa de una recompensa que va más allá de toda esperanza y que alcanzará no sólo al siervo, sino a toda una multitud, justificada, rehabilitada plenamente ante Dios. |