²¹ Después de anunciar la buena noticia en aquella ciudad y de ganar numerosos discípulos, regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía, ²² afianzando el ánimo de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe diciendo:
    - Tenemos que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
    ²³ En cada comunidad les designaban responsables, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído.
    ²⁴ Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. ²⁵ Predicaron el mensaje en Perge, bajaron a Atalía, ²⁶ y de allí zarparon para Antioquía, su punto de partida, donde habían sido encomendados al favor de Dios para la obra que habían cumplido.
    ²⁷ Al llegar, reunieron a la comunidad y se pusieron a contarles lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.

    Pablo y Bernabé continúan con su misión, ahora sin ser obstaculizados por los judíos. Su tarea es anunciar la Buena Noticia cuyo contenido es el Reino de Dios: entrar en él exige esfuerzo y lucha, y no se consigue sin superar importantes dificultades.
    En las comunidades por las que pasan van dejando una mínima estructura organizativa, a imagen de la comunidad de Jerusalén.
    Vuelven a la comunidad de la que partieron, la que los envió (13,2-3) y la que los ha acompañado durante su misión mediante la oración. A ella dan cuenta de los resultados de su actividad misionera, especialmente de la respuesta de los paganos a quien Dios, por medio de ellos, «había abierto la puerta de la fe». Este hecho prueba el carácter universalista de la Buena Noticia de Jesús que, no sin reticencias, se va aceptando en la comunidad de origen judío.