Domingo 1º de Cuaresma - Ciclo C

Primera Lectura: Deuteronomio 26,4-10

 

Texto

26    1 Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, va a darte en heredad, cuando tomes posesión de ella y la habites, 2 tomarás primicias de todos los frutos que coseches de la tierra que va a darte tu Dios, los meterás en una cesta, irás al lugar que el Señor, tu Dios, haya elegido para morada de su nombre, 3 te presentarás al sacerdote que esté en funciones por aquellos días y le dirás: “Hoy confieso ante el Señor, mi Dios, que he entrado en la tierra que el Señor juró a nuestros padres que nos daría a nosotros”. 4 El sacerdote cogerá de tu mano la cesta, la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios, y tú recitarás ante el Señor, tu Dios: 5 ‘Mi padre era un arameo errante: bajó a Egipto y residió allí con unos pocos hombres; allí se hizo un pueblo grande, fuerte y numeroso. 6 Los egipcios nos maltrataron y nos humillaron, y nos impusieron dura esclavitud. 7 Gritamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestros trabajos, nuestra opresión. 8 El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con terribles portentos, con signos y prodigios, 9 y nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. 10 Por eso entro aquí con las primicias de los frutos del suelo que me diste, Señor’. Y lo depositarás ante el Señor, tu Dios.

Notas

    La fiesta de las primicias es una fiesta que, en su origen, tenía carácter agrícola: los campesinos, al empezar a recoger la cosecha, ofrecen a Dios los primeros frutos recolectados.
    Pero el libro del Deuteronomio la convierte en la conmemoración del primer fruto de las relaciones del Señor con su pueblo: la liberación. No hay en ningún momento un indicio de lo que se podría haber esperado: un rito de fecundidad, una acción de gracias por la fertilidad de la tierra y la petición de que se mantenga así en el futuro. El credo que debe recitar el padre de familia al presentar al sacerdote las primicias es una síntesis del éxodo: emigración a Egipto, esclavitud y opresión, clamor a Dios que escucha el grito, ve la opresión, toma partido y actúa en favor de la libertad; saca al pueblo de la esclavitud, lo conduce a una tierra fértil y se la entrega.
    La ofrenda de las primicias es la primera parte -la celebración cúltica- de la fiesta que recuerda todo esto; lamentablemente no se leerá en la celebración litúrgica el versículo 11, que prescribe la segunda parte de la celebración: «y harás fiesta con el levita y el forastero que viva en tu vecindad, por todos los bienes que el Señor tu Dios te haya dado, a ti y a tu casa». La cosecha es la vida en libertad; la cosecha es el bienestar; la cosecha es la convivencia en armonía que se fundamenta en la justicia. Por eso el agradecimiento al Dios de la liberación debe convertirse en solidaridad con los que no participaron del reparto de la tierra: los levitas (ver Dt 10,9) y los extranjeros.

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