19 Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. 12 1 Apareció en el cielo una magnífica señal: una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas. 2 Estaba encinta, gritaba por los dolores del parto y el tormento de dar a luz. 3Apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y en las cabezas siete diademas. 4 Su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se quedó delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando naciera. 5 Ella dio a luz un hijo varón, destinado a regir a todas las naciones con cetro de hierro (Sal 2,9); pero arrebataron a su hijo y lo llevaron hasta Dios y su trono. 6 La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. 10 Oí en el cielo una aclamación: ¡Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su poderío y de su reinado, y de la potestad de su Mesías! |
El libro del Apocalipsis está considerado por alguno expertos como el primer libro cristiano de Teología Política. En él se describe en un gran esquema histórico, el futuro desarrollo de la comunidad cristiana que trata de abrir paso a su proyecto en medio de las dificultades que presenta la oposición del poder. El objetivo del autor es consolar a las comunidades que sufren persecución, asegurándoles que Dios garantiza la victoria final y definitiva. La presencia del Arca de la alianza en el santuario de Dios, en el cielo, es signo de la fidelidad de Dios a sus compromisos con la humanidad. La mujer, esposa y madre, es símbolo del pueblo, de la comunidad cristiana, portadora de un magnífico proyecto para la toda humanidad, amada por Dios (envuelta en el sol), nuevo pueblo de Dios (doce estrellas) y, en cuanto tal, situada por encima de las vicisitudes de la historia humana. Está, en medio de fuertes dolores, a punto de dar a luz al hombre nuevo: es la permanente tarea de la comunidad cristiana, dar a luz permanentemente mujeres y varones configurados de acuerdo con el modelo de Hombre de Jesús de Nazaret. El gran dragón es el poder (siete diademas, el poder total, que en el libro del Apocalipsis se concreta en el Imperio Romano), que se presenta en el cielo, esto es, endiosado y sacralizado, pero que muy pronto será precipitado a la tierra (12,7-9). Es descrito con rasgos que revelan su carácter cruel y su ambición de poder, su impulso imperialista. El poder, cuya capacidad de violencia es infinitamente superior a la de la mujer/comunidad cristiana, amenaza la aparición del hombre nuevo; pero éste nace y acabará venciendo, aunque la victoria no será inmediata, sino que será el resultado de un largo (1.260 días, Ap 12,6b) proceso de liberación (desierto). La liturgia ha seleccionado esta lectura para referirla a María, lo que tiene pleno sentido: ella es la madre de Jesús, el Hombre nuevo por excelencia y, desde otro punto de vista (véanse las notas al texto del evangelio), ella representa al resto de Israel, fiel al plan de Dios contenido en el A. T. y al que Jesús dará pleno cumplimiento. |