Domingo 27º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera Lectura: Isaías 5,1-7

 

  Texto

5 1 Voy a cantar en nombre de mi amigo
    un canto de amor a su viña:
Mi amigo tenía una viña
    en fértil collado.
2 La entrecavó, la descantó
    y plantó buenas cepas;
construyó en medio una atalaya
    y cavó un lagar.
Y esperó que diera uvas,
    pero dio agrazones.
3 Pues ahora, habitantes de Jerusalén,
    hombres de Judá,
por favor, sed jueces
    entre mi y mi viña.
4¿Qué más cabía hacer por mi viña
    que yo no lo haya hecho?
¿Por qué, esperando que diera uvas,
    dio agrazones?

5Pues ahora os diré a vosotros
    lo que voy a hacer con mi viña:
quitar su valla
    para que sirva de pasto,
derruir su cerca
    para que la pisoteen.
6La dejaré arrasada:
    no la podarán ni la escardarán,
    crecerán zarzas y cardos;
prohibiré a las nubes
    que lluevan sobre ella.
7 La viña del Señor de los Ejércitos
    es la casa de Israel,
son los hombres de Judá
    su plantel preferido.
Esperó de ellos derecho,
    y ahí tienen: asesinatos;
esperó justicia,
    y ahí tienen: lamentos.

Notas

    Bellísimo poema. Dramática tragedia.
    Canción de amor en la que el amante -Dios- se queja porque sus muestras de amor no han obtenido la repuesta que él esperaba por parte de su amada, una viña, -el pueblo.
    En la primera parte se describe la intensa actividad de Dios (cinco acciones) quien, como novio, representado en la figura de labrador, hace todo lo que está en su mano para que la novia,-la viña-, alcance su máximo desarrollo. Pero el resultado es una decepción: los frutos que produce aquella viña son uvas amargas.
    Del desengaño brota la amenaza de abandono: la viña quedará a merced de las bestias del campo, se llenará de las zarzas y el cielo se negará a regarla con la lluvia.
    Los últimos versos desvelan el sentido de las imágenes: la amada/viña es el pueblo de Israel; el fruto que el Señor esperaba como correspondencia a su amor era la justicia (Dios no pide nada para sí a cambio de su amor, sino justicia para con el prójimo); los responsables de este desaguisado no son todos: unos practican la injusticia, cometen asesinatos; otros, que sufren las consecuencias, con sus lamentos descubren y denuncian lo que inevitablemente provoca la injusticia: la opresión y el sufrimiento de las víctimas.
    Siguen a este texto una serie de malaventuranzas en las que podemos ver cuáles son la injusticias que el profeta denuncia (5,8-25)
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