⁹ El Señor Dios llamó al hombre:
     - ¿Dónde estás?
     ¹⁰ El contestó:
     -Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
     ¹¹ El Señor Dios le replicó:
     - Y ¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿A que rebeldías comido del árbol prohibido?
     ¹² El hombre respondió:
     - La mujer que me diste por compañera me alargó el fruto y comí.
     ¹³ El Señor Dios dijo a la mujer:
     - ¿Qué has hecho?
     Ella respondió:
     - La serpiente me engañó y comí.
     ¹⁴ El Señor Dios dijo a la serpiente:
     - Por haber hecho eso, maldita tú entre todos los animales domésticos y todas las fieras salvajes; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; ¹⁵ pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón.

     La humanidad (Adán y Eva) acaban de romper con Dios, desobedeciendo su mandato y sienten temor de encontrarse con Él.
     La primera consecuencia de su rebeldía ha sido el darse cuenta de su desnudez que, hasta entonces, se había vivido sin ninguna connotación negativa; ahora es el pretexto para tratar de evadirse de la presencia de Dios.
     A modo de sentencia, el autor sagrado describe las consecuencia de esa ruptura de las criaturas con su Creador: la primera es la ruptura de la armonía entre la primera pareja; la segunda el descubrimiento de fuerzas contrarias al plan de Dios simbolizadas en la serpiente.
     En tercer lugar el castigo impuesto a la serpiente, que incluye el anuncio de un conflicto entre el mal y el bien que afectará a la humanidad y que atravesará toda su historia; pero el desenlace de este conflicto será la victoria de la humanidad sobre el mal.