Domingo 11º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Evangelio: Marcos 4,26-34
26 Y siguió diciendo: |
Dos parábolas que presentan cómo será el desarrollo del reinado de Dios en el mundo.
La primera el inicio del reinado de Dios como el resultado de un proceso personal. La semilla, la palabra de Dios que penetra en el hombre lo va transformando. Es el hombre mismo -la tierra que recibe la semilla- quien la hace germinar, por sí mismo, autónoma y libremente.
El fruto que se entrega supone la opción firme por asumir el mensaje y de conformar la propia vida de acuerdo con el mismo y la decisión de colaborar en la expansión del mismo; en una palabra, la decisión de seguir a Jesús que da lugar al nacimiento de un hombre nuevo.
La siega pueden referirse o bien a la incorporación a la comunidad o al destino definitivo del hombre o -quizá la alternativa más probable- a ambos acontecimientos.
La segunda parábola modera los delirios de grandeza que los discípulos pudieran haber heredado de las tradiciones judías: el reino de Dios definitivo será algo radicalmente nuevo (nacerá de una diminuta semilla y no de un tallo del cogollo del cedro alto y encumbrado - Ez 17,22); y será algo sencillo, humilde, pero inmenso en su capacidad de acogida.