Domingo 3º de Pascua - Ciclo B
Evangelio: Lucas 24,35-48
35Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. |
El comienzo de este párrafo del evangelio enlaza con el relato de los dos discípulos de Emaús (Lc 24,13-35) y con la perplejidad de la mujeres y la incredulidad de los apóstoles ante el anuncio de la resurrección de Jesús (23,56b-24,12).
Las anteriores experiencias son tema de conversación entre los discípulos, pero siguen agitados y con miedo. El saludo de Jesús trata de eliminar el miedo comunicándoles su paz.
Todavía no creen en la fuerza de la vida; no creen en la fuerza vivificadora del amor de Dios; por eso lo confunden con un fantasma. Jesús, mostrándoles las manos y los pies les confirma su identidad y trata de darles seguridad: no es un espectro, su vida no es media vida, es vida plenamente humana, por eso puede comunicarse y compartir con ellos el alimento.
Después de confirmarles que lo que a él le sucedió forma parte del plan salvador de Dios, les traspasa su misión que, con ellos debe adquirir una dimensión universal. La actividad de los discípulos será testimonio de la vida de Jesús y acusación contra Jerusalén, el orden injusto que lo llevó a la muerte.