³⁶ Viendo a las multitudes, se conmovió, porque andaban maltrechas y derrengadas como ovejas sin pastor.
    ³⁷ Entonces dijo a sus discípulos:
    - La mies es abundante y los braceros pocos; por eso, ³⁸rogad al dueño que mande braceros a su mies.
    10 ¹Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad.
    ² Los nombres de los doce apóstoles son éstos: en primer lugar, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago Zebedeo y su hermano Juan; ³Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador, Santiago Alfeo y Tadeo, ⁴ Simón el fanático y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
    ⁵ A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
    - No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; ⁶mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. ⁷Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, ⁸curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde.

    Situación del pueblo: abandonado de sus dirigentes, como ovejas sin pastor (pastor se refiere tanto o más a los dirigentes políticos que a los religiosos, seguramente con la imagen de David, pastor-rey, presente). A esa situación responde la actividad de Jesús «proclamando la buena noticia del reino y curando todo achaque y enfermedad» (Mt 9,35). A esa tarea Jesús quiere incorporar a los que lo siguen, indicando  que su llamada es en realidad la llamada del Señor de la mies.
    Los doce que elige simbolizan el pueblo de la Nueva Alianza, cuyo estatuto quedó fijado en el Sermón de la Montaña. La llamada va acompañada de la capacitación para que puedan llevar a cabo la tarea que se les encomienda: liberar el espíritu y la vida de los hombres de toda esclavitud y de todo mal.
    De los doce solo sabemos algo de Simón, de sobrenombre Pedro; otro es su hermano; sigue una pareja de hermanos (los llamados en 4,18-22); uno, Mateo es recaudador (lo que pone de manifiesto que no se trata de un grupo de “justos”, al menos en el sentido farisaico del término); otro, un segundo Simón, pertenece al partido nacionalista fanático; finalmente Judas Iscariote será el traidor (26,14.20-25.47-50; 27,3-10).
    La tarea que en principio se encomienda a este grupo está, por el momento, limitada al pueblo de Israel; después de la muerte de Jesús, la misión se ampliará a «todas las naciones» (Mt 28,19-20). El contenido de su proclamación está constituido por el anuncio de la cercanía del Reino de Dios; los prodigios que los acompañan son signos de vida y liberación.
    La última de las instrucciones se refiere a la gratuidad con la que deben proclamar su mensaje y comunicar la vida y la libertad que el Padre ofrecerá por medio de ellos.