Domingo 4º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Evangelio: Marcos 1,21-28

 

 

              21  Fueron a Cafarnaún.
             El sábado entró en la sinagoga e inmediatamente se puso a enseñar. 22 Estaban impresionados de su enseñanza, pues los enseñaba como quien tiene autoridad, no como los letrados.
             23 Estaba en aquella sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo e inmediatamente empezó a gritar:
             24- ¿Qué tienes tú contra nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quien eres tú, el Consagrado por Dios.
             25 Jesús le conminó:
             - ¡Cállate la boca y sal de él!
             26 El espíritu inmundo, retorciéndolo y dando un alarido, salió de él. 27 Se quedaron todos ellos tan desconcertados que se preguntaban unos a otros:
             28 - ¿Qué significa esto? ¡Un nuevo modo de enseñar, con autoridad: incluso da órdenes a los espíritus inmundos y le obedecen!
             Su fama se extendió inmediatamente por todas partes, llegando a todo el territorio circundante de Galilea.

 

 

            La religión de Israel se había pervertido. En lugar de ser un cauce de vida y liberación, se había convertido en causa de esclavitud y muerte. La presencia de un espíritu inmundo en la sinagoga, sin que esa presencia suponga ningún problema ni para la sinagoga ni para el mal espíritu, así lo prueba.
            El espíritu inmundo (fuerza o ideología contraria al plan de Dios que se adueña de la persona),  presente en la sinagoga desde el principio, sólo se descubre y se muestra cuando la reacción de los presentes ante la intervención autorizada de Jesús pone en peligro el prestigio y la autoridad de los letrados; en su intervención es precisamente a estos a quienes defiende.
            Al mismo tiempo, intenta de desviar la atención de los que allí estaban, presentando a Jesús como Mesías, Consagrado por Dios, pero tratando de que su mesianismo aparezca cargado de fanatismo nacionalista (Nazareno).
            La negativa de Jesús a aceptar el mesianismo que éste propone provoca el desconcierto en los oyentes; la expulsión del espíritu inmundo, que se resiste a abandonar a su víctima, pone en evidencia a la sinagoga, al tiempo que manifiesta la autoridad de la enseñanza de Jesús, que los oyentes reconocen y que es causa de que su fama se extienda por toda Galilea.

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