32Llegaron a una finca llamada Getsemaní, y dijo a sus discípulos: -Sentaos aquí hasta que termine de orar. 33Se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan y, dejando ver su profundo desconcierto y su angustia, 34les dijo: -Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos. Adelantándose un poco, se dejó caer a tierra, pidiendo que si era posible no le tocase aquel momento. 36Decía: -¡Abba! ¡Padre!, todo es posible para ti; aparta de mí este trago; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. 37Se acercó, los encontró dormidos y dijo a Pedro: -Simón, ¿estás durmiendo? ¿No has tenido fuerzas para mantenerte despierto ni una hora? 38Manteneos despiertos y pedid no ceder a la tentación: el espíritu es animoso, pero la carne es débil. 39Se apartó de nuevo y oró repitiendo las mismas palabras. 40Se acercó a ellos y de nuevo los encontró dormidos, pues no conseguían tener los ojos abiertos; y no sabían qué decirle. 41Se acercó por tercera vez y les dijo: -¿Todavía durmiendo y descansando? ¡Basta ya, ha llegado el momento! Mirad, el Hombre va a ser entregado en manos de los descreídos. 42¡ Levantaos, vamos, que está cerca el que me entrega! | | En Getsemaní. Oración de Jesús Jesús es consciente de que su muerte supone la ruina de Israel. Eso lo colma de angustia experimenta la tentación de considerar que su mesianismo ha sido equivocado por lo que pide al Padre que lo libre de ese mal trago. Los discípulos se muestran incapaces de estar al lado de Jesús, de mantenerse despiertos. Tras su oración vence la tentación haciendo suyo el designio del Padre. |
43Enseguida, mientras aún estaba hablando, se presentó Judas, uno de los Doce, y con él una multitud de gente con machetes y palos, de parte de los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores. 44El traidor había convenido con ellos una señal, diciéndoles: -El que yo bese, ése es: prendedlo y conducidlo bien seguro. 45Al llegar, se le acercó en seguida y le dijo: -¡Rabbí! Y lo besó con insistencia. 46Los otros le echaron mano y lo prendieron, 47pero uno de los presentes tiró de machete e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole el lóbulo de la oreja. 48Intervino Jesús diciéndoles: -¡Con machetes y palos habéis salido a capturarme, como a caza de un bandido! 49A diario me teníais en el templo enseñando y no me prendisteis. Pero que se cumpla la Escritura. 50Todos lo abandonaron y huyeron. 51 Lo acompañaba un joven que iba desnudo, envuelto en una sábana, y lo prendieron. 52Pero él, soltando la sábana, huyó desnudo. | | El prendimiento Traición de Judas. Se muestra la incompatibilidad del sistema judío con su proyecto y el odio de los dirigentes hacia Jesús y su responsabilidad en su muerte. Jesús no se resiste y reprime la resistencia violenta de los suyos. Su entrega es libre y voluntaria. Como Jesús había anunciado, todos lo abandona y huyen. El joven que escapa Marcos cierra este pasaje con un relato simbólico que anuncia el verdadero final: la resurrección. |
53Condujeron a Jesús ante el sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes, los senadores y los letrados. 54Pedro lo siguió de lejos hasta el interior del atrio del sumo sacerdote y se quedó sentado entre los guardias, calentándose a la lumbre. 55Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte, pero no lo encontraban, pues, aunque muchos testimoniaban en falso contra él, sus testimonios no eran adecuados. 57Levantándose algunos, testimoniaban falsamente contra él diciendo: 58-Nosotros le hemos oído decir: «Yo derribaré este santuario, obra de manos humanas, y en tres días edificaré otro, que no será obra de manos humanas». 59Pero tampoco así era adecuado su testimonio. 60Entonces el sumo sacerdote se puso en pie en el centro e interrogó a Jesús: -¿No respondes nada? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya? 61Pero él seguía callado y no respondía nada. El sumo sacerdote reanudó el interrogatorio preguntándole: -¿Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito? "Contestó Jesús: -Yo soy. Y veréis al Hombre sentado a la derecha de la Potencia y llegar entre las nubes del cielo. 63El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo: -¿Qué falta nos hacen ya testigos? 64Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Todos sin excepción pronunciaron sentencia de muerte.
65Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, le daban golpes, diciéndole: -¡Haz de profeta! También los guardias lo recibieron a bofetadas.
66Mientras Pedro estaba abajo en el atrio llegó una criada del sumo sacerdote 67y, al ver a Pedro calentándose, se le quedó mirando y le dijo: -También tú estabas con el Nazareno, con ese Jesús. 68Él lo negó diciendo: -¡Ni sé ni entiendo lo que dices tú! Salió fuera, al zaguán, y un gallo cantó. 69Pero la criada lo vio y esta vez se puso a decir a los presentes: -Este es uno de ellos. 70Él volvió a negarlo. Poco después, los presentes mismos se pusieron a decirle a Pedro:-Seguro que eres de ellos, porque eres también galileo. 71Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: -¡No sé quién es ese hombre que decís!72Y, enseguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro recordó las palabras que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, renegarás de mí tres», y se echó a llorar. | | Jesús ante el consejo Los jueces no quieren juzgar a Jesús, sino condenarlo. Tras algunos testimonios inconsistentes e insuficientes para dictar sentencia Jesús, responde a una pregunta del sumo sacerdote aceptando su mesianismo, lo que provoca la condena unánime del Consejo.
La burla La condena desata el odio que se traduce en maltrato y burla.
Pedro reniega de Jesús Pedro siente se acobarda cuando una criada lo identifica como seguidor de Jesús. Al darse cuenta de que sus esperanzas de triunfo de un Mesías poderoso se han frustrado, reniega de Jesús. |
15 Por la mañana los sumos sacerdotes, con los senadores, los letrados y el Consejo en pleno, prepararon su plan y, en seguida, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. 2Pilato lo interrogó: -¿Tú eres el rey de los judíos? Él le contestó: -Tú lo estás diciendo. 3Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. 4Pilato reanudó el interrogatorio: -¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan. 5Pero Jesús no respondió nada, por lo que Pilato estaba sorprendido. 6Cada fiesta solía soltarles un preso, el que ellos solicitaran. 7El llamado Barrabás estaba en la cárcel con los sediciosos que en la sedición habían cometido un asesinato. 8Subió la multitud y empezó a pedir que hiciera lo que solía. 9Pilato les contestó: -¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? 10Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. 11Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir que les soltara mejor a Barrabás. 12Intervino de nuevo Pilato y les preguntó: -Entonces, ¿qué queréis que haga con ese que llamáis «el rey de los judíos»? "Ellos esta vez gritaron: -¡ Crucifícalo! 14Pilato les preguntó: -Pero, ¿qué ha hecho de malo? Ellos gritaron más y más: -¡ Crucifícalo! 15Pilato, queriendo dar satisfacción a la multitud, les soltó a Barrabás, y a Jesús, después de hacerlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran. | | Juicio ante Pilato. Condena a muerte. El tribunal judío no puede ejecutar la condena a muerte y entrega a Jesús al gobernador romano. Pilato no tiene nada en contra de Jesús, pero sí tiene mucho interés en evitar desórdenes y en conservar su puesto. Por eso cede a las presiones de los dirigentes judíos y hace prevalecer sus intereses sobre la justicia. |
16Los soldados lo condujeron al interior del palacio, es decir, a la residencia del gobernador, y convocaron a todo el batallón. 17Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espino que habían trenzado 18y empezaron a hacerle el saludo: -¡Salud, rey de los judíos! 19Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, arrodillándose, le rendían homenaje. 20Cuando terminaron la burla, le quitaron la púrpura, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo. | | La burla, de los soldados Igual que sucedió tras la condena del tribunal judío, los subordinados de Pilato se burlan de Jesús que, en este caso revela también el desprecio de lo romanos por el pueblo judío. |
21A uno que pasaba, a un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que llegaba del campo, lo forzaron a cargar con su cruz. | | Simón de Cirene: El seguidor hasta el fin Marcos inserta otro pasaje simbólico. Este Simón representa al discípulo que carga con su cruz y sigue hasta el final a Jesús. |
22Lo llevaron al «lugar del Gólgota» (que significa «Lugar de la Calavera») y le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. 24Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno. 25Era media mañana cuando lo crucificaron. 26El letrero con la causa de su condena llevaba esta inscripción: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 29Los transeúntes lo insultaban y decían, burlándose de él: -¡Vaya! ¡El que derriba el santuario y lo edifica en tres días! 30¡Baja de la cruz y sálvate! 31De modo parecido, los sumos sacerdotes, bromeando entre ellos en compañía de los letrados, decían: -Ha salvado a otros y él no se puede salvar. 32¡El Mesías, el rey de Israel! ¡Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos! También los que estaban crucificados con él lo ultrajaban. 33Al llegar el mediodía, la tierra entera quedó en tinieblas hasta media tarde. 34A media tarde clamó Jesús dando una gran voz: -¡Eloi, Eloi, lema sabaktani! (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). 35Algunos de los allí presentes, al oírlo, dijeron: -Mira, está llamando a Elías. 36Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le ofreció de beber, mientras decía: -Vamos a ver si viene Elías a descolgarlo. 37Pero Jesús, lanzando una gran voz, expiró, 38y la cortina del santuario se rasgó en dos de arriba abajo. 39El centurión que estaba allí presente frente a él, al ver que había expirado de aquel modo, dijo: -Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. 40Había también unas mujeres observando aquello de lejos, entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Pequeño y de José, y Salomé, 41que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían prestándole servicio; y además otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. | | Crucifixión y muerte Marcos, mediante un lenguaje simbólico, nos dice que esta crucifixión no es una más de las que ejecutaron los romanos en Palestina y nos descubre su valor salvífico y su sentido teológico, anuncia que el amor de Dios que se revela en esa muerte queda al descubierto y se ofrece a la humanidad entera, cosa que intuye sorprendentemente un pagano, el jefe de quienes lo estaban ejecutando. |
42Caída ya la tarde, como era Preparación, es decir, víspera de día de precepto, 43fue José de Arimatea, distinguido consejero que también había esperado el reinado de Dios, y, armándose de valor, entró a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44Pilato se extrañó de que ya estuviera muerto y, convocando al centurión, le preguntó si había muerto nacía mucho. 45Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. 46Este compró una sábana y, descolgando a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro. 47María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían. | | La sepultura Un seguidor de Jesús quiere darle honrosa sepultura. Pero el modo como lo hace -envolviéndolo en una sábana y cerrando la entrada de la tumba con una losa- revela que para algunos de sus seguidores hay que abandonar todo esperanza. |
No es posible resumir en una líneas el contenido y el significado de estos dos capítulos en los que se narra la pasión y muerte de Jesús: - la nueva Pascua, la nueva Alianza, el nuevo modelo de relación del hombre con Dios que se inaugura con la entrega de Jesús; - la soledad de Jesús a quien los suyos, lo traicionan, lo niegan o, simplemente, se olvidan de él y del drama por el que atraviesa; y se duermen y lo dejan solo cuando más necesitado de compañía estaba; - su lucha interior ante el fracaso, ante la obcecación de su pueblo, superada mediante la identificación con el designio del Padre; - el conflicto con los poderosos en su momento álgido, la intransigencia de los privilegiados que no dudan en mandar a la muerte, después de torturarlo y humillarlo, a quien denuncia su injusticia y pone así en peligro sus privilegios; - la entrega de Jesús, ejercicio pleno de la libertad, reivindicación absoluta de la dignidad del hombre, muestra inequívoca de la más leal fidelidad a los compromisos asumidos; - y el amor de Dios, presente en el amor de Jesús que llena de sentido, de valor salvífico y de dinamismo liberador a la cruz de Jesús. - Y una confesión de fe que enlaza el final de la vida de Jesús con el título del evangelio: «Verdaderamente este hombre era hijo de Dios»; un pagano que descubre en la entrega de Jesús en favor de sus hermanos la paternidad de Dios y la filiación divina de tal hombre. |