Domingo de Ramos - Ciclo A
Primera Lectura: Isaías 50,4-7
Texto |
4 Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. 5 El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: 11 ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. 7 El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. |
Notas |
Tercer cántico del Siervo de Yaweh, personaje anónimo que aparece la segunda parte del libro del profeta Isaías y que, según la interpretación más probable, se trata de una figura literaria creada para representar al pueblo de Israel. En el Nuevo Testamento, se usarán los poemas que se refieren a él para describir la misión de Jesús (también se aplicarán a otras personas, como a Pablo, en el libro de los Hechos). En este fragmento, aunque no se le llama así, se le describe como profeta: llamado para hablar en nombre de Dios con toda fidelidad. Su misión provoca el conflicto y es causa de persecución y de agresiones violentas. Su aceptación del sufrimiento manifiesta su plena confianza en el Señor que lo acompaña en su tarea y le da firmeza para llevarla adelante a pesar de los conflictos que provoca. |