Domingo 3º de Adviento - Ciclo A
Primera Lectura: Isaías 35,1-6a.10
Texto |
1 El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, 2 florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. 3 Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; 4 decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis». Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará. 5 Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, 6 saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. 10 y volverán los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán. |
Notas |
El capítulo 35 de Isaías es la segunda parte de una requisitoria judicial de Dios contra todas las naciones. En la primera parte (c. 34), Dios formula su acusación y dicta sentencia condenatoria: la obstinación de las naciones que vuelven una y otra vez la espalda al plan de Dios tendrá como resultado un mundo lleno de violencia y sufrimiento. Pero esa no será la última palabra. El capítulo siguiente nos revela cómo quiere Dios que continúe la historia. Promesa de liberación; augurio de alegría. La gloria del Señor se va a manifestar dando fuerza a los débiles, valor a los cobardes, luz a los ojos del ciego y capacidad de comunicarse al mudo: nacerá un mundo sin débiles y sin debilidades; de los fuertes poco se dice («No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces...» v. 9 que no se leerá en la celebración litúrgica). Es un mundo feliz, especialmente para los van a experimentar directamente la liberación, para los que hasta el momento se han visto acompañados por la pena y la aflicción, males que, gracias a la intervención de Dios, se alejarán. |