Domingo 12º de Adviento - Ciclo C

Evangelio: Lucas 3,1-6

 

Texto

      3 1 El año quince del gobierno de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide y Lisanio tetrarca de Abilene, 2 bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, un mensaje divino le llegó a Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto.
            3 Recorrió entonces toda la comarca lindante con el Jordán, proclamando un bautismo en señal de enmienda, para el perdón de los pecados, 4 como está escrito en el libro del profeta Isaías:
         Una voz clama desde el desierto:
           "Preparad el camino del Señor,
           enderezad sus senderos:
         5 que todo valle se rellene, que todo monte y colina se abaje, que lo torcido se enderece, lo escabroso se allane,
            6 y vea todo mortal la salvación de Dios"

Notas

      Después de los evangelios de la infancia comienza el relato de la actividad pública de Jesús. Lucas considera necesario datar de manera solemne este momento, y lo hace, como era habitual en la época, indicando los personajes que detentaban los cargos de responsabilidad militar, política y religiosa: la misión de Jesús, precedida por la actividad de Juan Bautista, está inserta en la historia de la humanidad.
      De nuevo, tras varios siglos, se oye la voz de un profeta en Israel; y de nuevo lo hace para anunciar una intervención liberadora de Dios. Las palabras que Lucas pone en boca de Juan Bautista pertenecen a Isaías (40,3-5), al comienzo del llamado Libro de la consolación, con las que el profeta anuncia el fin del exilio de Babilonia y la vuelta de los desterrados a Jerusalén. La misión del Bautista es, por tanto, preparar un nuevo éxodo, un nuevo proceso de liberación.
      La tarea de Juan consiste en preparar el camino a Jesús; al usar las palabras de Isaías para describir esta tarea, Lucas está identificando a Jesús con el Señor.
      Lo que hay que hacer para preparar ese camino es eliminar todo lo que pueda estorbar la realización de la voluntad de Dios. Y si, como revela la primera lectura, el designio de Dios coincide con el establecimiento de la justicia, las imágenes que hablan de allanar el camino -rellenar valles, allanar colinas y montes- pueden y deben leerse en este sentido: preparar el camino al Señor supone ir eliminando desigualdades, derribando privilegios y poniendo fin a la marginación y la exclusión social.

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