María, Madre de Dios - Ciclo A

Segunda Lectura: Gálatas 4,4-7

 

Texto

    4 Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, 5 para que recibiéramos la condición de hijos. 6 Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: "¡Abbá! (Padre)." 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Notas

    La ley, acaba de decir Pablo, tiene sentido mientras el hombre aún no está maduro, es una niñera que cuida del hombre mientras es niño: la ley puede ser útil para el que es débil en su fe, pero es un estorbo para la persona con una fe sólida (Gal 3,23-25).
    La misión de Jesús ha llevado a plenitud la obra creadora de Dios dando al hombre la posibilidad de acceder a la autonomía y a la libertad propia de los hijos adultos: éstos ya no están sometidos a la esclavitud de la ley, no necesitan que ésta les diga lo que deben hacer pues su comportamiento está alentado por un impulso vital, impulso interior del Espíritu,   la vida misma de Dios, que crea una íntima relación entre el hombre y el Padre, como revela el apelativo -Abba- con el que los que han llegado a ser hijos se dirigen a Dios. No somos siervos de Dios, somos sus hijos; y si el ser humano es o está llamado a ser hijo de Dios, no puede ser siervo de nadie.

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