⁸ Participa conmigo de los duros trabajos por el evangelio, con la fuerza Dios: ⁹ él nos salvó y nos llamó a una vida consagrada, no por méritos nuestros, sino por aquella decisión suya y aquella gracia que nos concedió en el Mesías Jesús antes que empezaran los tiempos, ¹⁰ manifestada ahora por aparición en la tierra de nuestro salvador, el Mesías Jesús; él ha aniquilado la muerte y ha irradiado vida e inmortalidad por medio del evangelio.

    La tarea de anunciar el evangelio es dura y difícil (Pablo escribe desde la cárcel), pero puede llenar de sentido toda una vida; se trata de anunciar que la muerte ha sido vencida, que la promesa de Dios se está cumpliendo gracias al Mesías Jesús. Poder gozar de esa promesa que se cumple ahora es un don gratuito de Dios; y responde a una decisión divina, realizada ahora en el Mesías Jesús, pero que se remonta a los orígenes del plan salvífico de Dios y que está ya presente en la universalidad de la bendición que se anuncia a la humanidad entera en el relato de la vocación de Abraham.