Domingo 1º de Cuaresma - Ciclo A

Segunda Lectura: Romanos 5,12 (13-16) 17-19

 

Texto

    12 En consecuencia, igual que por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó sin más a todos los hombres, dado que todos pecaban...
    13 Porque antes de la Ley había ya pecado en el mundo; y, aunque donde no hay Ley no se imputa el pecado, 14 a pesar de eso la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso entre los que no habían pecado cometiendo un delito como el de Adán.
    15 Éste era figura del que tenía que venir, pero no hay proporción entre el delito y la gracia que se otorga; pues, si por el delito de uno solo murió la multitud, mucho más la gracia otorgada por Dios, el don de gracia que correspondía a un hombre solo, Jesús Mesías, sobró para la multitud.
    16 Y tampoco hay proporción entre las consecuencias del pecado de uno y el perdón que se otorga, pues el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en amnistía. 17 En otras palabras: si por el delito de aquel solo la muerte inauguró su reinado, por culpa de aquel solo, mucho más los que reciben esa sobra de gracia y de perdón gratuito, viviendo, reinarán por obra de uno solo, Jesús Mesías.
    18 En resumen: lo mismo que el delito de uno solo resultó en la condena de todos los hombres, así el acto de fidelidad de uno solo resultó en el indulto y la vida para todos los hombres.

Notas

    El que un hombre, el primero, quisiera ser dios tuvo efectos devastadores para la humanidad que se convirtió en reino de muerte, dado que todos -unos más, otros menos- llegaron a creerse dioses o a actuar como tales, aunque no fueran conscientes de ello; muchos, quizá también todos, sufrieron las consecuencias de este endiosamiento general.
    Ahora, sin embargo, el Hombre-Dios se ha hecho solidario con la humanidad así destruida y nos ha enseñado así, al mismo tiempo, a ser humanos y a ser hijos de Dios. Lo ha hecho entregando su propia vida como muestra y como medida de su amor leal y, de este modo, ha abierto unas perspectivas de perdón, reconciliación, amor y vida que superan con mucho a las consecuencias negativas de aquel pecado: el error de un hombre que se quiso dios lo corrige el Hijo de Dios que se hizo hombre, hermano solidario de las hijas y los hijos de hombre.

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