Presentación del Señor - Ciclo A

Segunda Lectura: Hebreos 2,14-18

 

Texto

    14 Por eso, como los suyos tienen en común la carne y sangre, también él asumió una como la de ellos, para con su muerte reducir a la impotencia al que tenía dominio sobre la muerte, es decir, al diablo, 15 y liberar a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. 16 Porque no es a los ángeles, está claro, a los que él tiende la mano, sino a los hijos de Abrahán (Is 41,8-9). 17 Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fidedigno en lo que toca a Dios y expiar así los pecados del pueblo. 18 Pues, por haber pasado él la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora la están pasando.

Notas

    La carta a los Hebreos comienza afirmando la superioridad del Hijo -y, por tanto de su mensaje- sobre los profetas de la Antigua Alianza, pues participa de la condición divina (1,1-4). A continuación afirma la superioridad del Hijo sobre los ángeles (1,5-2,4) para afirmar enseguida su humanidad. Como hombre, en él se cumple lo afirmado en salmo 8: Dios le sometió al hombre toda la creación, aunque, constata el autor, todavía no le está todo sometido. Pero, por su muerte y resurrección Jesús ya está “coronado de gloria y dignidad” y su muerte abre las puertas de su gloria a una multitud de hermanos, al resto de la humanidad a la que puede representar por ser del mismo linaje.
    En el fragmento que se lee en la liturgia de esta festividad, se afirma una de la principales consecuencias de la entrega de Jesús: Él, que no merecía la muerte, la asume, la vence y libera a los seres humanos del miedo que los tenía esclavizados, el miedo a la muerte.
    Finalmente, el autor introduce el tema que desarrollará a lo largo de la carta: la condición de sumo sacerdote de Jesús, función para la que está habilitado al cumplir dos condiciones: es digno de fe ante Dios y compasivo con sus hermanos los seres humanos; por eso podrá realizar la doble tarea que compete al su sacerdocio: la intercesión y mediación ante Dios y la ayuda a los hombres con los que ha compartido la experiencia del sufrimiento y el dolor.