Navidad
Misa del día
- Ciclo A

Segunda Lectura: Hebreos 1,1-6

 

Texto

1     1 En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas. 2 Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por un Hijo, al que nombró heredero de todo, lo mismo que por él había creado los mundos y las edades. 3 ÉL es reflejo de su gloria, impronta de su ser; él sostiene el universo con la palabra potente de Dios; y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de su Majestad en las alturas, 4 haciéndose tanto más poderoso valedor que los ángeles cuanto más extraordinario es el título que ha heredado.
     5 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo jamás: “Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”, ni tampoco: “Y seré para él un padre y él para mí un hijo”? 6 Además, en otro pasaje, cuando introduce en aquel mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”.

Notas

     Comienzo de la carta a los Hebreos. En los dos primeros versículos contrapone la revelación contenida en el Antiguo Testamento, fragmentaria y comunicada en tiempos distintos y por muchos mensajeros; al contrario, ahora, esa revelación se ha ofrecido de una sola vez, por una sola persona que es mucho más que un mensajero: un hijo que posee toda la riqueza del Padre y con quien comienza la etapa final de la historia.
     El resto del párrafo se dedica a describir la condición divina del Hijo y su misión en el mundo de los hombres: sentado a la derecha del Padre después de restablecer la armonía en las relaciones entre Dios y la humanidad.