Domingo 21º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Segunda Lectura: Hebreos 12,5-7.11-13

 

Texto

    5 Además habéis echado en olvido la recomendación que os dirigen como a hijos: «Hijo mío, no tengas en poco que el Señor te eduque, ni te desanimes cuando te reprende; 6 porque el Señor educa a los que ama y da azotes a los hijos que reconoce por suyos» (Prov 3,11-12 LXX). 7 Lo que soportáis os educa, Dios os trata como a hijos.
    11 En el momento ninguna corrección resulta agradable, sino molesta; pero después, a los que se han dejado entrenar por ella, los resarce con un fruto apacible de honradez. 12 Por eso fortaleced los brazos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, 13 plantad los pies en sendas llanas (Is 35,3) para que la pierna coja no se disloque, sino se cure.

Notas

    En el capítulo precedente, el autor de Hebreos ha animado a sus lectores a mantenerse firmes en la fe siguiendo el ejemplo de muchos personajes de la historia bíblica, dando por supuesto que esta fidelidad implica esfuerzo y supone el asumir situaciones negativas y desagradables.
    Todo esto debe entenderse como un instrumento de la pedagogía divina, que se sirve de las dificultades que los cristianos van encontrando en su compromiso, para educarlos como un padre educa a sus hijos.
    Las correcciones, aunque son necesarias en el proceso educativo, no son agradables, pero sí son necesarias para alcanzar el objetivo, el fruto de la educación, «un fruto apacible de honradez».
    Termina el autor animando a los que se sienten más débiles, tocados por el desánimo o por la dureza de alguna de la pruebas.

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