Domingo 19º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Segunda Lectura: Hebreos 11,1-2.8-19

 

Texto

     1 Es la fe anticipo de lo que se espera, prueba de realidades que no se ven.
     2 Por ella declaró Dios su aprobación a los antiguos.
     8 Por la fe respondió Abrahán al llamamiento de salir para la tierra que iba a recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba.
     9 Por la fe emigró a la tierra prometida como un extranjero, habitando en tiendas con Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa. 10 Esperaba la ciudad con cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
     11 Por la fe recibió vigor para fundar una descendencia con Sara, aunque le había pasado la edad, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 12 Así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como los astros del cielo y como la arena incontable de la orilla del mar (Gn 22,17).
     13 Con fe murieron todos éstos, sin recibir lo prometido, nada más viéndolo y saludándolo de lejos y confesando ser extranjeros y peregrinos en la tierra. 14 Hablando así demostraban que buscaban una patria,
15 pues, si es que añoraban la patria que habían dejado, estaban a tiempo de volver; 16 suspiraban, por tanto, por una patria mejor, es decir, por la celeste. Y como Dios les había preparado una ciudad, no tiene reparo en que lo llamen su Dios.
     17 Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac, y era su hijo único lo que ofrecía el depositario de la promesa, 18 después que le habían dicho: «Isaac continuará tu descendencia» (Gn 21,12), 19 estimando que Dios tiene poder hasta para levantar de la muerte; así, aun exponiéndolo a la muerte, lo recobró.

Notas

    Exhortación a mantenerse fuertes en la fe.
     El autor de Hebreos explica que las acciones más meritorias que realizaron los personajes más venerados de la historia bíblica las hicieron porque tenían fe.
     La fe se entiende aquí como la capacidad de ver más allá de las circunstancias inmediatas de la vida; por eso también supone lo que hoy llamaríamos “tener un horizonte utópico”, una esperanza, una importante meta que alcanzar que hay que ir anticipando, un objetivo valioso que lograr cuya realización hay que ir forzando.
     Esa fe les hizo superar momentos de dificultad y de tensión en los que el elemento fundamental fue siempre la confianza en el Dios de la promesa, en el Dios de la vida.

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