2º Domingo de Cuaresma - Ciclo C

Segunda Lectura: Filipenses 3,17-4,1

 

Texto

    17 Hermanos, seguid todos mi ejemplo y tened siempre delante a los que proceden según el modelo que tenéis en nosotros, porque andan por ahí muchos... 18 ¡Cuántas veces os los he señalado, y ahora lo hago con lágrimas en los ojos, a esos enemigos de la Cruz del Mesías! 19 Su paradero es la ruina, honran a Dios con el estómago, y ponen su gloria en sus vergüenzas, centrados como están en lo terreno.
    20 Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos como salvador al Señor Jesús, el Mesías; 21 él transformará la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo, con esa energía que le permite incluso someterse el universo.
    1 De modo que, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, mis amigos, manteneos así fieles al Señor.

Notas

    Pablo, en tono polémico, contrapone dos mentalidades, que muy bien podrían representar las dos grandes etapas de su vida.
    La primera, que ahora rechaza, es la de quienes ponen su orgullo y dan culto a Dios mediante prácticas rituales como la circuncisión y las prescripciones acerca de los alimentos puros o impuros. Quienes se comportan de acuerdo con estas ideas son enemigos de la cruz del Mesías, no son capaces de levantar la vista más allá de lo terreno.
    La segunda mentalidad, la que Pablo profesa y comparte en el presente con la comunidad de los filipenses, pone su confianza en el Mesías y en la vida que recibe de él, que transforma la realidad limitada de la naturaleza humana y la proyecta hacia un futuro en el que todo estará transformado por la fuerza -el Espíritu- del Mesías.
    Pablo exhorta a los filipenses a mantenerse firmes en esa esperanza, es decir, a mantener con fidelidad su fe en Jesús.