Domingo 4º de Cuaresma - Ciclo A

Salmo responsorial: Salmo 22,1-5

 

Texto

1 El Señor es mi pastor,
     nada me falta:
2 en verdes praderas me hace recostar;
     me conduce hacia fuentes tranquilas
     3 y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
     por el honor de su nombre.
4 Aunque camine por cañadas oscuras,
     nada temo, porque tú vas conmigo:
     tu vara y tu cayado me sosiegan.
5 Preparas una mesa ante mí
     enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
     y mi copa rebosa.
6 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
     todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
     por años sin término.

Notas

     Salmo de confianza.

     Dos cuadros (el pastor y la mesa) conforman este sencillo y bello poema/oración en el que el salmista expresa su plena confianza en Dios.
     En el primer cuadro Dios se ve a través de la figura del pastor (en Israel la imagen del pastor sirve frecuentemente para referirse a los dirigentes, cuya misión es asegurar el bienestar del pueblo) que proporciona los medios de subsistencia a su rebaño y que garantiza su seguridad en medio de una naturaleza acogedora, a veces, pero que puede llegar a ser hostil: los peligros que pueden acechar al pueblo serán superados gracias a la presencia del Señor, su pastor.
     En el segundo cuadro Dios se presenta como un anfitrión espléndido que ofrece al salmista, con su hospitalidad, su propia amistad y protección frente a sus enemigos; con la comida y bebida abundantes, el reconocimiento de la dignidad del huésped (perfume).
     Esta segunda parte se sitúa en el templo: el amor y la misericordia de Dios, percibidos en la experiencia religiosa dan seguridad a los israelitas frente a sus enemigos. La cercanía de Dios es también una experiencia de liberación.