Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 33,2-3.17-19.23

 

Texto
2 Bendigo al Señor en todo momento,
     su alabanza está siempre en mi boca;
3 mi alma se gloría en el Señor:
     que los humildes lo escuchen y se alegren.
17 El Señor se enfrenta con los malhechores
     para borrar de la tierra su memoria.
18 Cuando uno grita, el Señor lo escucha
     y lo libra de sus angustias;
19 el Señor está cerca de los atribulados,
     salva a los abatidos.
23 El Señor redime a sus siervos,
     no será castigado quien se acoge a él.
Notas

     Salmo alfabético, de alabanza y, especialmente en la segunda parte, de estilo sapiencial.
     Comienza con una invitación a los humildes para que, siguiendo su ejemplo, entonen un himno de alabanza en el que se proclame la grandeza del Señor. Esa misma proclamación, en tanto que reconoce el carácter salvador de la acción de Dios, será causa de gozo y alegría para quienes entonan el himno.
     La experiencia del salmista es el fundamento y la motivación de la alabanza: Dios ha respondido a su oración liberándolo de todos sus miedos; por eso, los que, como él, busquen a Dios, obtendrán una respuesta semejante a la que él recibió.
     Los últimos versos seleccionados para el salmo responsorial de este domingo los podemos poner en estrecha relación con la primera lectura: en la confrontación justicia/injusticia, malhechores/afligidos, Dios toma partido y se pone siempre del mismo lado: escucha siempre al afligido que se dirige a él y su respuesta es siempre redentora, esto es liberadora.

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