Domingo 12º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 62,2-6.8-9

 

Texto
2 Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
    mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
    como tierra reseca, agotada, sin agua.
3 ¡Cómo te contemplaba en el santuario
    viendo tu fuerza y tu gloria!

4 Tu gracia vale más que la vida,
    te alabarán mis labios.
5 Toda mi vida te bendeciré
    y alzaré las manos invocándote.
6 Me saciaré corno de enjundia y de manteca,
    y mis labios te alabarán jubilosos.

8 porque fuiste mi auxilio,
    y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
9 mi alma está unida a ti
    y tu diestra me sostiene.
Notas

   Petición de ayuda a Dios en una situación de dificultad, de persecución (vv.10).
   El salmista confía en que su oración será escuchada, confianza que se funda en su experiencia de la cercanía de Dios (2-8).
   Comienza el salmista expresando su necesidad de sentir cerca al Señor, cercanía que ya ha experimentado en las celebraciones litúrgicas; es la suya una experiencia de gracia -es decir, de amor-, que él considera más valiosa que la vida misma y que provee de  una firme motivación a su compromiso de convertir toda su vida en un himno de alabanza, y de seguir participando en los sacrificios de acción de gracias que se celebran en el templo.
   La experiencia primera, de liberación y de salvación, da paso y solidez a la experiencia de la presencia y la unión con Dios; el recuerdo agradecido por la ayuda recibida engendra seguridad para el futuro.

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