2 Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; 3 mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 10 Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; 11 los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. 12 Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; 13 ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? 14 - Guarda tu lengua del mal, tus labios, de la falsedad; 15 apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella; | | Se trata del mismo salmo del domingo pasado, aunque las últimas estrofas son distintas. Estos versos propios de la liturgia de este domingo comienzan con una exhortación a la verdadera religiosidad, al «temor del Señor» que asegurará prosperidad y abundancia; esa religiosidad se concreta en unas exigencias éticas, como el respeto a la verdad, la buena intención en el obrar y la búsqueda apasionada (corre) de la paz. |