Viernes Santo - Ciclo B

Salmo responsorial 30(31),2.6.12-13.16-17.25

 

  2 A ti, Señor, me acojo:
       no quede yo nunca defraudado;
       tú que eres justo, ponme a salvo,
 6 A tus manos encomiendo mi espíritu:
       tú, el Dios leal, me librarás.
 12 Soy la burla de todos mis enemigos,
       la irrisión de mis vecinos,
 el espanto de mis conocidos:
       me ven por la calle y escapan de mí.
 13 Me han olvidado como a un muerto,
       me han desechado como a un cacharro inútil.
 15 Pero yo confío en ti, Señor,
       te digo: «Tú eres mi Dios».
 16
En tu mano están mis azares:
       líbrame de los enemigos que me persiguen;
 17 haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
       sálvame por tu misericordia.
 25 Sed fuertes y valientes de corazón,
       los que esperáis en el Señor.

 

      Súplica confiada en la justicia y en la misericordia de Dios. La confianza se convierte, en los momentos de dificultad, en esperanza, fortaleza y valentía.
      La situación por la que atraviesa el salmista se describe con rasgos de la máxima gravedad, de absoluta soledad, de peligro  extremo, prácticamente irreversible; pero en medio del oscuro panorama que dibujan esas amenazas esas amenazas, brilla la fe y la confianza en la acción de Dios.