Domingo de Resurrección

Salmo responsorial: Salmo 117(118),1-2.16-17.22-23a

 

Texto

1 Dad gracias al Señor porque es bueno,
    porque es eterna su misericordia.
2 Diga la casa de Israel:
    eterna es su misericordia.

16 La diestra del Señor es excelsa,
    la diestra del Señor es poderosa.
17 No he de morir, viviré
    para contar las hazañas del Señor.

22 La piedra que desecharon los arquitectos,
    es ahora la piedra angular.
23b Es el Señor quien lo ha hecho.

Notas

    Canto de acción de gracias por la liberación conseguida por Dios para alguien, quizá para un personaje de relevancia social.
     La salvación que Dios ofrece es manifestación de su inmenso amor, de su inextinguible misericordia.
     La experiencia de la liberación lleva al testimonio: el que ha experimentado la fuerza liberadora y vivificadora del Señor, lo anuncia, lo cuenta: la fuerza y el poder de Dios consisten en su inagotable amor.
     El último verso de los que se recitan en la liturgia de este domingo se lo aplica a sí mismo Jesús, mientras discutía con los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo, viñadores perversos, que ya habían decidido acabar con su vida: él, Jesús, es esa piedra angular y ellos, los dirigentes del pueblo, son los arquitectos que han rechazado esa piedra (Mt 21,42; Mc 12,10; Lc 20,17).    Después de su resurrección, Pedro, interrogado en presencia de los Jefes del pueblo y los senadores usa también este verso para poner a los dirigentes de Israel ante su culpabilidad por haber rechazado la que Dios había decidido que fuese la piedra angular en su nuevo pueblo (Hch 4,11).

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