Domingo 4º de Adviento - Ciclo B


Salmo responsorial: Sal 88,2-5.27-29

 

2  Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
            anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
3  Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
            más que el cielo has afianzado tu fidelidad».

4  Sellé una alianza con mi elegido,
            jurando a David mi siervo:
5  «Te fundaré un linaje perpetuo,
            edificaré tu trono para todas las edades».

27 El me invocará: «Tú eres mi padre,
            mi Dios, mi roca salvadora»,
28 y yo lo nombraré mi primogénito,
            excelso entre los reyes de la tierra.
29 Le mantendré eternamente mi favor
            y mi alianza con él será estable. 

 

             Canto de alabanza por la peculiaridad más característica del Señor de Israel: su amor leal, su misericordia y su fidelidad. Estos atributos divinos no sólo son objeto de alabanza, sino de anuncio, de proclamación.
             Como primera muestra de esa misericordia el salmista recuerda la promesa o la alianza establecida con David (vv. 4-5); después alude a las obras de la creación que manifiestan la grandeza de Dios (6-13), al igual que la justicia, el derecho y, de nuevo, la misericordia y la fidelidad (14-15), el salmista vuelve los ojos al pueblo y se siente feliz y orgulloso de pertenecer a una nación que tiene al Señor como su Dios en quien encuentra el sentido de su historia y a cuya protección debe su poder (16-20).
             El salmo, en la línea de los textos favorables a la institución monárquica, se centra en la elección de David y en la promesa de asegurar la permanencia de su dinastía (20-29), con especial referencia a las relaciones de amor padre-hijo que nacen de esa alianza (27-29).