Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 89,3-6.12-14.17

 

Texto

3 Tú reduces el hombre a polvo,
    diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
4 Mil años en tu presencia
    son un ayer, que pasó, una vela nocturna.
5 Los siembras año por año,
    como hierba que se renueva:
6 que florece y se renueva por la mañana,
    y por la tarde la siegan y se seca.
12 Enséñanos a calcular nuestros años,
    para que adquiramos un corazón sensato.
13 Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
    Ten compasión de tus siervos;
14 por la mañana sacíanos de tu misericordia,
    y toda nuestra vida será alegría y júbilo;

17 Baje a nosotros la bondad del Señor
    y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Notas

    Salmo en el que, en tono de lamentación, el autor reflexiona sobre la brevedad de la vida humana, una insignificancia si se compara con la eterna existencia divina (2) y, además, sometida plenamente al designio divino (3-4); la comparación se reitera con la alusión a la efímera duración de la hierba del campo (5-6).
    Aceptar este hecho, asumir el cálculo de nuestros años,  es el resultado de haber acogido la enseñanza que procede de Dios y es muestra de sensatez, de sabiduría (12)
    El salmo termina con una oración en la que pide la compasión de Dios, es decir, su amor, que será causa de felicidad y alegría. La vida del hombre, aun siendo breve, puede estar llena de sentido si en ella se goza de la experiencia de la acción misericordiosa de Dios; del mismo modo, en la felicidad de los que han sido beneficiados por la acción de Dios, se manifiesta su grandeza y su gloria. Esa experiencia salvadora la pide el salmista sabedor de que, al gozar de la bondad de Dios, sus propias obras alcanzarán el máximo valor.