Domingo 33º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Salmo responsorial: Sal 127[128],1-5

 

1 ¡Dichoso el que teme al Señor
             y sigue sus caminos!
 2
Comerás del fruto de tu trabajo,
             serás dichoso, te irá bien.
 
Tu mujer, como parra fecunda,
             en medio de tu casa;
 tus hijos como renuevos de olivo,
             alrededor de tu mesa.
 4
Esta es la bendición del hombre
             que teme al Señor. 
 5
Que el Señor te bendiga desde Sión,
             que veas la prosperidad de Jerusalén,
             todos los días de tu vida;
 que veas a los hijos de tus hijos.
             ¡Paz a Israel!
 

 

           

                Salmo sapiencial.  Comienza con una bienaventuranza: el respeto a la voluntad de Dios garantiza a sus fieles la felicidad que se concreta en poder gozar del fruto su trabajo y en ver su casa llena de vida y a su familia en paz.
             Pero, para un israelita, la bendición de Dios, aun en el caso de dirigirse a una persona o a una familia, encuentra su pleno sentido en el contexto de la Alianza: el bienestar de la familia se funde así con el del pueblo entero y la promesa de prosperidad personal con el deseo de paz para toda la nación.