3º Domingo de Cuaresma - Ciclo C

Salmo responsorial: Salmo 102[103],1-8.11

 

Texto
Bendice, alma mía, al Señor,
    y todo mi ser a su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
    y no olvides sus beneficios.
3 El perdona todas tus culpas,
    y cura todas tus enfermedades;
4 él rescata tu vida de la fosa
    y te colma de gracia y de ternura;
5 él sacia de bienes tus anhelos,
    y como un águila se renueva tu juventud.
6 El Señor hace justicia
    y defiende a todos los oprimidos;
7 enseñó sus caminos a Moisés
    y sus hazañas a los hijos de Israel.
8 El Señor es compasivo y misericordioso,
    lento a la ira y rico en clemencia;
11 como se levanta el cielo sobre la tierra,
    se levanta su bondad sobre sus fieles;
Notas

    Himno de alabanza a la misericordia de Dios.
    En primer lugar el salmista agradece los beneficios que él ha recibido de Dios: el perdón de sus pecados, la salud, la vida, la misericordia y el amor (1-5).
    A continuación proclama que esos beneficios que él ha recibido revelan el ser de Dios y su modo habitual de obrar manifestado a través de la historia (6-13).
    El perdón no es sólo una exigencia de Dios para los miembros de su pueblo; es, antes que nada, expresión reiterada una y mil veces del amor de Dios: «El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia». Es la definición que, según el libro del Éxodo, Dios da de sí mismo en el momento de la renovación de la Alianza: «El Señor pasó ante él [Moisés] proclamando: El Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente misericordioso y fiel, que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados...» (Ex 34,6-7): mil generaciones de perdón y misericordia frente a sólo cuatro de castigo (lo que, para la mentalidad de la época, se puede considerar revolucionario). El v. 13 (que no se recitará en la celebración litúrgica) ratifica lo dicho: Dios perdona porque nos quiere: «como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles».