Domingo de la Sagrada Familia - Ciclo C
Salmo responsorial: Salmo 83 (84)
Texto |
1 ¡Qué deseables son tus moradas Señor de los ejércitos! 2 Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. 3 Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. 4 Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre. 5 Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación. 6 Cuando atraviesan áridos valles los convierten en oasis como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones. 7 Caminan de refugio en refugio hasta ver a Dios en Sión. 8 Señor, Dios de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob; 9 fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. 10 Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir en la tienda del malvado. 11 Porque el Señor es sol y escudo, Él da el favor y la gloria. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. 12 ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti! |
Notas |
Salmo de peregrinación. Comienza expresando su deseo de llegar al templo que, en la fe del salmista es foco de atracción incluso para las aves del cielo. Ese deseo de llegar al templo se convierte en deseo de habitar en él, es decir, el deseo de estar permanentemente en presencia y en relación con Dios, valorando un sólo día en el templo por encima de toda una vida. Vivir en la casa de Dios se opone a compartir vivienda con el malvado. De Dios se esperan favor y gloria: bienestar y plenitud humana, bienes que Dios no niega a los de conducta intachable. |