Domingo 26º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Salmo responsorial: Salmo 24,4-9

 

 

4 Señor, enséñame tus caminos,
             instrúyeme en tus sendas,
                 5 haz que camine con lealtad;
 enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
             y todo el día te estoy esperando.
 6 Recuerda, Señor, que tu ternura
             y tu misericordia son eternas;
 7 no te acuerdes de los pecados
             ni de las maldades de mi juventud;
 acuérdate de mí con misericordia,
             por tu bondad, Señor.
 8 El Señor es bueno y es recto,
             y enseña el camino a los pecadores;
 9 hace caminar a los humildes con rectitud,
             enseña su camino a los humildes.
 10 Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
             para los que guardan su alianza y sus mandatos.
 

 

           

 

            Salmo de súplica. El salmista pide ser instruido por el Señor y se dirige a él como maestro. Le pide que le enseñe cuál es su voluntad para que, conociéndola, pueda ponerla en práctica. Para fundar su petición, el salmista apela a la misericordia de Dios, que se manifiesta en el perdón y que revela su propia rectitud; ésta se manifiesta precisamente cuando Dios comunica al hombre su voluntad, cuando descubre cuál es el camino recto a los pecadores, para que sepan y puedan enderezar su camino. No obstante, esta enseñanza se dirige preferentemente a los humildes, es decir, a los que son fieles a la alianza.