Epifanía del Señor - Ciclo A

Primera Lectura: V

 

Texto

1 ¡Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz
     La gloria del Señor amanece sobre ti!
2 Mira: las tinieblas cubren la tierra,
     la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
     su gloria aparecerá sobre ti;
3 y caminarán los pueblos a tu luz,
     los reyes a la luz de tu aurora.
4 Levanta la vista en torno, mira:
     todos esos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
     a tus hijas las traen en brazos.
5 Entonces lo verás, radiante de alegría;
     tu corazón se asombrará, se ensanchará
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar
     y te traigan las riquezas de los pueblos.
6 Te inundará una multitud de camellos,
     los dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá trayendo incienso y oro
     y proclamando las alabanzas del Señor.

Notas

     El anuncio de la liberación, que se repite una y otra vez en el mensaje de Isaías, adquiere en este texto una dimensión universalista que revela el auténtico sentido de la elección: Dios se ha fijado en Israel y lo ha elegido para que sirva de guía y de modelo al resto de las naciones.
     La gloria de Dios consiste en la vida del pueblo que, poniendo en práctica la voluntad del Señor (ver Is 59,21)  muestra a toda la humanidad que es posible salir de la tiniebla -de la injusticia, del pecado- y vivir a plena luz. La verdadera religiosidad, acaba de decir el profeta, es la práctica de la justicia y precisamente en eso consiste la luz (58,8-11).
     Esa luz es la que atraerá tanto a los israelitas dispersos por el mundo como al resto de los pueblos, que mostrarán su admiración y respeto por ese modo de vida mediante las ofrendas con que se presentarán ante el Señor, proclamando su grandeza.