Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Primera Lectura: Isaías 62,1-5

 

Texto

62 1 Por amor de Sión no callaré,
            por amor de Jerusalén no descansaré,
 hasta que rompa la aurora de su justicia
            y su salvación llamee como antorcha.
2 Los pueblos verán tu justicia,
            y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
            impuesto por la boca del Señor.
3 Serás corona fúlgida en la mano del Señor
            y diadema real en la palma de tu Dios.
4 Ya no te llamarán “la Abandonada”
            ni a tu tierra “la Devastada”,
a ti te llamarán “Mi Preferida”
            y a tu tierra “La Desposada”;
porque el Señor te prefiere a ti,
            y tu tierra tendrá marido.
5 Como un joven se casa con una doncella,
            así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa
            la encontrará tu Dios contigo.

Notas

            El profeta que ha descrito hace poco su misión como la proclamación de una buena noticia de liberación (61,1-3), vuelve a hablar en primera persona para describir esa salvación usando ahora la imagen del novio enamorado que encuentra su alegría en el amor de su futura esposa.
            La situación de Israel (Sión, Jerusalén) se describe como una noche -la tiniebla es símbolo de la opresión- que está a punto de terminar o, lo que es lo mismo, un día que está para despuntar. El amanecer llegará con la salvación de Dios que consiste en el establecimiento de la justicia entre los hombres y la restauración de las buenas relaciones de estos con su Dios.
            El cambio de nombre, «Abandonada» y «Devastada» por «Mi favorita» y «Desposada», expresa con toda claridad el sentido de la nueva relación de Dios con su pueblo. En la línea con otros escritos proféticos, el amor apasionado de un hombre  por su enamorada sirve de símbolo de la alianza de Dios con su pueblo. De este modo revela que las relaciones de Dios con la humanidad tienen siempre su origen en el amor de Dios; por otro lado, el escoger este símbolo para representarlas, pone de manifiesto la elevada consideración que el amor entre el hombre y la mujer tiene en la Palabra de Dios.