Domingo 5º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Primera lectura: Job 7,1-4.6-7

 

 

 

7 1 El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio,
             sus días son los de un jornalero:
 2 como el esclavo, suspira por la sombra;
             como el jornalero, aguarda el salario.
 3 Mi herencia son meses baldíos,
             me tocan en suerte noches de fatiga;
 4 al acostarme pienso:
             ¿cuándo me levantaré?,
 se hace larga la noche
             y me harto de dar vueltas hasta el alba.
 6 Mis días corren más que la lanzadera
             y se consumen sin esperanza.
 7 Recuerda que mi vida es un soplo
             y que mis ojos no verán más la dicha.
 

 
 

            Job, que está herido por la desgracia y la enfermedad, recibe la visita de tres amigos que tratan de consolarlo y que, de acuerdo con la doctrina tradicional que interpreta siempre el sufrimiento como castigo por el pecado, le aconsejan que reconozca su pecado y pida perdón a Dios; pero él se resiste a reconocer algo de lo que no tiene conciencia: él no ha ofendido a Dios.
             Este fragmento forma parte de la respuesta de Job (6-7) a la primera intervención de sus amigos, al discurso de Elifaz de Temás (Job 4-5). En él, Job parte de una reflexión sobre la brevedad humana de la vida para argumentar acerca del sin-sentido que supone el sufrimiento del inocente.
             La vida es lucha y trabajo pero, mientras que los soldados y los trabajadores pueden esperar el final de la batalla o de la jornada y obtener entonces su recompensa, para el que, como Job, sufre dolor o enfermedad no hay esperanza ni siquiera en el descanso reparador del sueño: la vida se dirige inexorablemente a su fin, los días se consumen sin esperanza. Este es el punto de partida para iniciar la interpelación a Dios: Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la dicha.