Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera Lectura: Isaías 25,6-10a

 

Texto

6 El Señor de los ejércitos ofrece a todos los pueblos,
    en este monte, un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera,
    manjares enjundiosos, vinos generosos.
7 Arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos,
    el paño que tapa a todas las naciones;
8    y aniquilará la muerte para siempre.
El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros
    y alejará de la tierra entera el oprobio de su pueblo
    -lo ha dicho el Señor-.
9 Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios,
    de quien esperábamos que nos salvara:
    celebremos y festejemos su salvación.
10La mano del Señor se posará en este monte.

Notas

    Sentarse a la mesa con el mismo Dios: esa es la imagen que elige Isaías para simbolizar la salvación que Dios ofrece para todos los pueblos: universalidad de la salvación aunque centralizada en la religión israelita ya que ésta consiste en la confluencia en este monte.
    El banquete es signo de comunión de todos los que participan en él: en primer lugar, comunión con Dios. Pero también comunión entre el resto de los participantes, unidos en una común relación con un único Dios y Señor.
    Durante el banquete, dice el profeta, Dios se revelará a todos los pueblos; su manifestación irá acompañada -o quizá está incluida en ella- de la victoria de Dios sobre el peor enemigo del hombre, la muerte; con ella desaparecerán también todos los sufrimientos y sus causas. La presencia del Señor será signo y garantía -además de ser su principal contenido- de la salvación.

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