Domingo de la Santísima Trinidad - Ciclo A

Primera Lectura: Éxodo 34,4b-6.8-9

 

Texto

    4b Moisés madrugó y subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
    5 El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
    6 El Señor pasó ante él proclamando: Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. 7 Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.
    8 Moisés al momento se inclinó y se echó por tierra.
    9 Y le dijo:
    - Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.

Notas

    Renovación de la alianza, que se hace necesaria después de la idolatría del pueblo, que fabricó y adoró el becerro de oro (Ex 32,1-29). Moisés vuelve a subir al monte Sinaí, con dos nuevas tablas (las primera las rompió Moisés, tirándolas contra el suelo, enfurecido al ver el becerro y a los israelitas danzando en su honor: 32,19) en las que escribió de nuevo la Ley de la Alianza.
    En el Sinaí, Dios vuelve a manifestarse a Moisés, y ante la invocación de éste, pasa ante él definiéndose a sí mismo: él es un Dios de amor y misericordia. Y, si bien no es indiferente ante la injusticia y el pecado, su ira queda superada por su misericordia en una proporción de cuatro a mil.
    Moisés responde aceptando anticipadamente la alianza en nombre del pueblo, al pedir a Dios que vuelva a tomar al pueblo como heredad suya.