Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera Lectura: Isaías 49,3.5-6

 

Texto

3 «Tú eres mi siervo (Israel),
    de quien estoy orgulloso».
5 Y ahora habla el Señor,
    que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
    para que le reuniese a Israel
-tanto me honró el Señor,
    y mi Dios fue mi fuerza-:
6 Es poco que seas mi siervo
    y restablezcas las tribus de Jacob
    y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
    para que mi salvación alcance
    hasta el confín de la tierra.

Notas

    El fragmento seleccionado para la liturgia de este domingo pertenece al segundo canto del siervo de Yawhéh en el que se describe la vocación y la misión de éste. En el texto se identifica expresamente al pueblo de Israel con el Siervo. La tarea que a éste se le encomienda es, por tanto, la misión de Israel en la Historia de la Salvación. El oráculo pone de relieve la universalidad de esta misión: la elección de Israel no es fin en sí misma; su privilegio fue ser el primero, pero esa elección, el amor de Dios, se dirige a toda la humanidad: «te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

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