4º Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Primera Lectura: Jeremías 1,4-5.17-19

 

Texto

    4 El Señor me dirigió la palabra:
    5 - Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de los paganos.
    17 Y tú cíñete, en pie, diles lo que yo te mando. No les tengas miedo; que si no, yo te meteré miedo de ellos.
    18 Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro,
         en muralla de bronce, frente a todo el país:
    frente a los reyes y príncipes de Judá,
         frente a los sacerdotes y los terratenientes;
19 lucharán contra ti, pero no te podrán,
     porque yo estoy contigo para librarte
- oráculo del Señor.

Notas

    Vocación de Jeremías. La misión del profeta es resultado de la elección, de la iniciativa de Dios.
    Frente a otros relatos vocacionales en los que los profetas gozan de visiones y manifestaciones divinas de diverso tipo y solemnidad (Is 1,1; Ez 1-3) en la vocación de Jeremías no hay más que una alusión a la palabra de Dios: «Recibí esta palabra del Señor:». En realidad esa Palabra va a ser el elemento fundamental de toda su trayectoria vital (ver p.ej.: Jer 20,7-9).
    Siguen unas breves palabras en las que se destaca la iniciativa de Dios que forma, escoge, consagra y nombra profeta a Jeremías. Resalta la estrecha relación entre Dios y el profeta, relación que no se agota en sí misma, sino que queda abierta a todos los pueblos.
    La tarea del profeta no será fácil ni apacible; al contrario, se realizará frente a los poderosos de este mundo: reyes, príncipes, sacerdotes, terratenientes... Su misión se realizará en permanente conflicto con ellos. El profeta, sin embargo, no ha de tener miedo, porque cuenta con la seguridad que le da la palabra y el compromiso del Señor.