Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura: Eclesiástico 27,30-28,7

 

 

 

30 Furor y cólera son odiosos:
            el pecador los posee.
 
28 1Del vengativo se vengará el Señor
            y llevará estrecha cuenta de sus culpas.
2 Perdona la ofensa a tu prójimo,
            y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas.
3 ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro
            y pedir la salud al Señor?
4 no tiene compasión de su semejante,
            ¿y pide perdón de sus pecados?
5 Si él, que es carne, conserva la ira,

            ¿quién expiará por sus pecados?
6 Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo,
            en la muerte y corrupción,
            y guarda los mandamientos.
7 Recuerda los mandamientos
            y no te enojes con tu prójimo,
­la alianza del Señor,
            y perdona el error.

 

            Este párrafo puede considerarse como un cometario sapiencial a Lv 19,17-18 en donde se formula el mandamiento del amor al prójimo y la correspondiente prohibición del odio, la venganza y el rencor: «No guardarás odio a tu hermano. Reprenderás abiertamente a tu conciudadano y no cargarás con pecado por su causa. No serás vengativo, ni guardarás rencor a tus conciudadanos. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor».
            Como en muchos otros pasajes del Antiguo Testamento, se presentan necesariamente unidos la armonía en las relaciones con los demás y la buena relación con Dios: no se puede pretender gozar del amor de Dios y negárselo a los demás.
            Tanto en este texto, como en el Levítico, la Alianza es el fundamento último de estas exigencias; es decir: aceptar y vivir esta exigencias es necesario para que el mundo sea como Dios lo quiere.