Domingo 12º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Evangelio: Mateo 10,26-33

 

Texto

     26 Conque no les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse; 27 lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.
     28 Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.
     29 ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre. 30 Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados. 31 Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos. 32 En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo, 33 pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo.

Notas

     Después de la elección de los Doce, Jesús les da instrucciones para la misión (Mt 10, 5-15) y les advierte acerca de la dificultades que se les presentarán, de la persecuciones que sufrirán y de cómo conducirse ante ellas (10,6-25). Porque, como anunció Jesús en la última bienaventuranza, el anuncio del evangelio siempre resultará conflictivo y será causa de persecución. No se trata de ir buscando la polémica, sino de anunciar la justicia del Reino de Dios que entra siempre en conflicto con la injusticia de este mundo.
     Cuando llegue el momento los discípulos de Jesús no deben tener miedo: primero porque el mensaje de Jesús acabará imponiéndose e iluminando plenamente la realidad de este mundo; en segundo lugar porque a quienes se oponen al mensaje de Jesús, por muy poderosos que sean, su poder sólo les alcanza para destruir el cuerpo, nunca la vida de los hombres; y, finalmente, porque el Padre -origen de toda vida- se ocupa de ellos con toda la fuerza de su amor.
     La actitud de Jesús ante el Padre dependerá de lo que haga el discípulo en el momento de la persecución; Jesús dará la cara por todo aquel que haya hecho lo mismo por Jesús ante los hombres.